Desde ISSUU os he querido acercar, esta gran obra de Gloria Fuertes. Entre los poetas míos es una obra cargada de crítica social y necesaria de conocer.
Un pequeño rincón para guardar lo que el alma no puede. Sigue mi blog de cerca y tendrás nuevas poesías, relatos y breves cuentos con los que te identificarás.
jueves, 29 de octubre de 2015
Gloria Fuertes
Alas
Las alas vuelan solas,
solas con su soledad
vuelan separadas las
plumas y la dignidad.
Vuelan bajo procesando
una melodía inacabada.
Se buscan entre ellas,
buscan, una espalda
que sostenga el aire
de su solitaria alma.
Si encuentran digno
portador del viento
tal vez acabe su lamento.
Mientras tanto, alas
hijas del rayo de sol
blancas, no desterréis
de vuestra libertad
la esperanza de encontrar
un mundo mejor.
solas con su soledad
vuelan separadas las
plumas y la dignidad.
Vuelan bajo procesando
una melodía inacabada.
Se buscan entre ellas,
buscan, una espalda
que sostenga el aire
de su solitaria alma.
Si encuentran digno
portador del viento
tal vez acabe su lamento.
Mientras tanto, alas
hijas del rayo de sol
blancas, no desterréis
de vuestra libertad
la esperanza de encontrar
un mundo mejor.
miércoles, 28 de octubre de 2015
Llanto
Mientras tu pierdes tu vida llorando,
otros la pierden viéndote llorar.
Como soportar el llanto cuando
no lo hay manera de parar.
Que sonido tan profundo y amargo
suena una, otra y otra vez
mientras en la fría losa de mármol,
veo el paso de la juventud, a la vejez.
Cuando acabará este letargo largo,
de llorar, llorar y nunca sonréir,
pues mientras por fuera valgo algo
aun por dentro me vengo a morir.
otros la pierden viéndote llorar.
Como soportar el llanto cuando
no lo hay manera de parar.
Que sonido tan profundo y amargo
suena una, otra y otra vez
mientras en la fría losa de mármol,
veo el paso de la juventud, a la vejez.
Cuando acabará este letargo largo,
de llorar, llorar y nunca sonréir,
pues mientras por fuera valgo algo
aun por dentro me vengo a morir.
Pájaro de tiempo
Lugar
El vacío es una telaraña
debajo hay un precipicio
y en el gris del cielo
su inmensidad no abarca
a alejar las noticias
de las redes presuntuosas
en la llanura más amarga.
Personaje
Un pájaro que vuela bajo
bordea el precipicio
se acerca peligroso
al solsticio y al ocaso.
De cerca una araña
de mil patas, observa
invisible para el pájaro.
Accidente
El pájaro( llamémosle
gilguero) levanta el polvo
con sus alas bate el tiempo
portador del sol y oro.
Se sumerge en su red
y el polvo cae al precipicio
sus alas están inmóviles,
el tiempo se ha detenido.
La araña que ahora
teje con sus patas los hilos,
abarca con su veneno
a cubrir nuestro destino.
El vacío es una telaraña
debajo hay un precipicio
y en el gris del cielo
su inmensidad no abarca
a alejar las noticias
de las redes presuntuosas
en la llanura más amarga.
Personaje
Un pájaro que vuela bajo
bordea el precipicio
se acerca peligroso
al solsticio y al ocaso.
De cerca una araña
de mil patas, observa
invisible para el pájaro.
Accidente
El pájaro( llamémosle
gilguero) levanta el polvo
con sus alas bate el tiempo
portador del sol y oro.
Se sumerge en su red
y el polvo cae al precipicio
sus alas están inmóviles,
el tiempo se ha detenido.
La araña que ahora
teje con sus patas los hilos,
abarca con su veneno
a cubrir nuestro destino.
miércoles, 21 de octubre de 2015
La misericordia es solo un verso
I
Cuando el puñal
ha desgarrado el alma rota
y la hoja recoje
como tinta la sangre roja.
El arma que hiere
no es de hierro forjado
pero no hace daño la hoja
hacen daño las manos.
Sentimientos en la herida
cuando la misericordia
es solo un verso
entran en discordia,
el dejar morir al hombre,
el morir yo en su lugar,
el ser aire distante o
ser aire y cortar.
II
La luna en lo alto
dueña de las miradas
y que tan pocos han tocado
es a ella a quien vendo mi amor,
si algún día pudiese tocarla
con algo más que mi voz.
mientras tanto aquí, en la tierra
solo me queda escapar
sin poder esconder mis letras
ni mi cabeza de las miradas,
que se pierden en la luna
y se encuentran en la nada.
III
El ser humano es un arco tensado
listo para disparar.
Difícil es enterrar el arco
en un profundo manantial.
Cuando el puñal
ha desgarrado el alma rota
y la hoja recoje
como tinta la sangre roja.
El arma que hiere
no es de hierro forjado
pero no hace daño la hoja
hacen daño las manos.
Sentimientos en la herida
cuando la misericordia
es solo un verso
entran en discordia,
el dejar morir al hombre,
el morir yo en su lugar,
el ser aire distante o
ser aire y cortar.
II
La luna en lo alto
dueña de las miradas
y que tan pocos han tocado
es a ella a quien vendo mi amor,
si algún día pudiese tocarla
con algo más que mi voz.
mientras tanto aquí, en la tierra
solo me queda escapar
sin poder esconder mis letras
ni mi cabeza de las miradas,
que se pierden en la luna
y se encuentran en la nada.
III
El ser humano es un arco tensado
listo para disparar.
Difícil es enterrar el arco
en un profundo manantial.
martes, 20 de octubre de 2015
Oda a la primavera
En la fría
noche de nieve te espero,
dejando en
el camino huellas de pasos
en los
tristes páramos y barrancos
donde lucha
por derretirse el hielo.
Cálida
primavera en mis recuerdos
espero, tu
luz y color sentado
a la vera de
un monte atrapado,
en continuo vaivén del norte viento.
Cuando
llegues recuerda
llenar mis
campos de azucenas
y de lirios
mis estepas,
que la
belleza en tus venas,
se transmite
por docenas
y llena por completo mis
reservas.
jueves, 15 de octubre de 2015
Visión poética
Tu que te apareces entre la espuma,
y la sal, que son lágrimas del mar,
de la noche la bruma
de la tarde del escritor la pluma
para ir a navegar.
Eres de mi cuerpo pasión errante
y del artista tu eres el pincel;
inspiración de Dante
también motivación de mi corcel.
Poesía, a veces rayo de mi luna
otras sombra que ciega mi bondad.
Desde el niño en la cuna
hasta el anciano ya sin luz ninguna,
sigues siendo deidad.
Te encuentras del mundo en muchos lugares
a todo el universo vete, ve;
canto de los juglares
llegas a mí, a ti me aferraré.
La hoja seca
Ayer iba caminando
solo por el monte, y vi la primera hoja seca caer sobre el otoño. Cayó lentamente sobre un lecho de hierba
verde y pensé, ya llegó, llegó una nueva estación y con ella dejamos otra
atrás.
Puede ser
que para muchos no signifique nada, la simple caída de una hoja, pero para mí
lo fue todo. Me di cuenta de todo el tiempo perdido, como jamás volvería,
porque al igual que esa hoja caduca ya no volvería al árbol, yo tampoco lo
haría. Vale, sí, es cierto que el árbol volverá a teñirse de verde de nuevo,
pero nunca con la misma hoja.
Y así dibujé
mi vida. Un cúmulo de desgracias, donde el tiempo era el principal culpable de
las mismas. De repente, con un cuerpo joven sentí un alma vieja medio dormida
en mi interior, y pocas ganas de vivir. Te eche de menos, a ti, a ellos, pero sobre
todo me eche de menos a mí mismo, a mis sueños. El tiempo no perdona un error,
porque las heridas nunca se cierran del todo, siempre quedará una cicatriz que
nos acompañe y recuerde donde nos equivocamos al pisar, donde tropezamos.
Cuanto
tiempo pasó, en lo que me sentaba junto a la hoja caída del bosque y me
desangraba por dentro, mientras que por fuera sonreía, no lo sé. Mejor no
saberlo ya que en el fondo, de nuevo volvía a ser tiempo perdido. Y me dejé
morir, sin futuro, con un presente ausente y un pasado oscuro. No quise ver
más, no quise sentir más. Preferí caer, caer otra vez pero esta vez para no
levantarme pues, ¿Para qué?
Solo para volver a caer, y en tanto cayó la última hoja del árbol. Y un susurro de una voz que me llamaba, un tic tac que el sonido acompasaba, un viento gris y, finalmente, una mano fría.
El fondo del bosque
I-La
casa en el bosque
El frío piano sonaba en la noche, y agitaba el aire. Los
árboles entusiasmados bailaban al compás de unas notas suaves. Cerca, alguien
cantaba, muy cerca. Pero no había nadie, tan solo el pianista refugiado en la
soledad de su casa de piedra.
Cerca de la chimenea, los
tintineantes pasos de un gato acompañaban la música. La sala únicamente
iluminada por la chimenea, aparecía con un aspecto trágico. La melodía removía
el bosque que rodeaba el lugar, y hasta los animales se acercaban a escuchar.
Unas manos suaves, delicadas de ébano rozaban cada tecla con gracia, como si no
hubiese otra cosa en el mundo.
Silencio. Esos ojos marrones se
abren y se alejan del piano, despacio. Las horas pasan a ser minutos, y los
minutos segundos cuando esa mujer, se mueve y se acerca hasta la puerta de su
habitación donde tras la luz que entra por la ventana se duerme poco a poco en
su cama. Las sábanas de lino blanco acarician su fino cuerpo mientras que su
mente viaja a un mundo, quizás no mejor pero no por ello peor.
El pardo gato se sube a la cama
cuando ella, ya duerme y la observa. La acaricia su cara, para después
acurrucarse a su cuerpo y dormir junto a ella mientras que un brazo
inconsciente lo abraza.
Entonces despierta. Aún es de noche
pero han pasado varias horas. Deja a su gata durmiendo en su cama se viste con
algo sencillo, unas botas un pantalón vaquero y una camisa azul. Antes de
salir, coge su pluma y su libro en blanco, y abandona su casa con paso firme.
El ambiente es frío, y la luz
prácticamente nula, pero aún así no tiene miedo, se siente segura y aunque
camina sin rumbo, cualquiera diría que sabe dónde va. No tropieza, ni ve más
que los ojos de criaturas extrañas que la observan mudas.
Apoya su mano en el costado de un
rugoso árbol, un sauce. Se sienta bajo su sombra y comienza a escribir, pero no
ve lo que escribe, ya que está demasiado oscuro y la luz de la luna no penetra
por las espesas ramas.
Algo le toca el hombro, pero no se
inquieta. No pesa mucho, pero aún así siente como sus patas se apoyan sin hacerle
daño.
-¿Qué haces
tan sola aquí?
El pequeño gorrión la habló. Sus colores rojos no parecían
muy naturales, y se distinguían perfectamente en la noche, cada matiz de este
pequeño ser que la miraba fijamente.
-¿No me
contestas?
II-
El batir de unas alas
-No puedo
contestarte.
-¿Por qué?
-Porque no
lo sé.
El pájaro se poso en una rama cercana, donde aún era visible.
Una sonrisa parecía dibujársele en el rostro, mas no era posible.
-Yo te diré
porque estás aquí. Estas buscándote a ti misma, en este inmenso bosque. Te he
oído tocar, yo y todo el bosque, y todos hemos llorado con cada nota.
- Desde mi
casa, pude oír levemente que alguien cantaba una melodía, erais vosotros.
-Ninguno de
los animales de este bosque cantó. Nadie reconoció esa voz.
La joven mujer acarició su castaño cabello y observó como el
pájaro se alejaba volando mientras que ella, se sentía inquieta por primera
vez. El sonido del batir de las alas del gorrión aún duro largo rato hasta que
se apagó silenciosamente.
III-La
manzana más inteligente del bosque
El bosque estaba revuelto. El viento
agitaba las hojas secas caídas mientras que bajo sus pies crujían suavemente.
Cerca, un manzano sostenía las que parecían ser las frutas más maravillosas de
la tierra.
De repente recordó el hambre que
tenía así que sus pasos la acercaron hasta aquellas dulces manzanas. Una vez
allí una cayó sobre su libro abierto y mientras escribía con la mano izquierda,
su mano derecha le dedicó unos momentos a rozar la piel de la manzana para
luego llevársela a los labios.
-Deliciosa
¿verdad?
-Así es.
Del árbol se suspendía una
serpiente, hermosa como pocas, con un color verde intenso y matices negros en
el costado de su largo lomo.
-Ciertamente
es la mejor fruta que vas a probar.
-¿Qué es lo
que quieres?
-Solo decirte
que el pájaro te mintió, que no te fíes de todos los animales de este lugar.
-Por qué
entonces fiarme de ti.
-No tengo
motivos para mentirte. De mi árbol muerdes la fruta más bella que yo jamás
podré probar. Te he dado lo mejor de mí, y ahora te transmito lo que se algo
que ese pájaro no hizo.
-Escucharé
lo que tengas que decirme.
La serpiente
descendió del árbol, y se arrastró por el suelo hasta sus pies. Allí se irguió
alcanzando casi la altura de la joven.
-Eres lista,
pero inocente. Aun conociendo la mala fama que tengo, comes de mi fruta y
escuchas mis palabras. Debes tener más cuidado, porque a veces lo que parece
bueno quema, y lo malo cura heridas. Bien esto es lo que sé. No te fíes de los
seres que vuelan, son mentirosos. Aquellos que nos arrastramos por la tierra no
mentimos, pero no decimos toda la verdad. Los animales acuáticos son los menos
inteligentes aunque esconden los mayores secretos bajo sus aguas y los que
andan sobre cuatro patas, nobles pero orgullosos, tampoco te fíes de ellos.
Tras esto siseando la serpiente
desapareció en las sombras dibujando unas últimas palabras en el aire.
-Recuerda
que yo no te lo he dicho todo, aunque todo se, pero hay cosas que es mejor no
saber. A pesar de todo quieres saber más acude al lago hacia el oeste
orientado.
IV-
Lo que esconden las aguas
La luz comenzaba a filtrarse entre los árboles cada vez menos
espesos según se acercaba al lago. La pluma en su mano izquierda y el libro
abierto en la otra mientras caminaba.
La serpiente no le había hablado de quien era la voz que
sonaba todavía en su mente y el pájaro no había oído. Aunque supuestamente, el
pájaro la había mentido y sabía quién era el que cantaba.
Llegó al lago donde la luna estaba reflejada. Se acercó para
beber cuando le pareció que el reflejo de algo desde el fondo brillaba
intensamente. Tropezó y cayó al agua donde se sumergió inconscientemente hasta
el fondo. Y allí aquello que brillaba no era más que una perla, la perla más
bella que jamás vio.
Decidió recogerla y subió a la superficie.
-¿por qué te
llevas mi único tesoro?
Una ninfa, el ser más bello de
cuantos se ocultan bajo las cristalinas aguas emergió hasta la superficie. Sus
ojos azules se clavaron desde la distancia en ella.
-Lo siento,
no sabía que fuera tuyo. Me caí y lo encontré en el fondo no era mi intención
robarlo.
-Está bien,
devuélvelo y te perdonaré esa osadía.
-Antes
contéstame a unas preguntas, ¿Sabes quién cantaba la melodía de mi piano?
-Está bien,
pero acepto solo porque tu música alimenta mi alma y la de mis peces, que en el
fondo descansan inconscientes. Desde mi lago no pude ver, tan solo oír. Por
tanto no vi el rostro de aquella mujer.
-¡Así que
era una mujer!
-Me
sorprende que no supieras eso, pero sí así es. Ahora toma, no olvides tu pluma
y tú libro que se te habían caído, y devuélveme mi perla.
Y así lo
hizo. Al contacto con sus húmedos dedos la sílfide se evaporó dejándola sola
con sus pertenencias, que volvían a estar secas y para nada estropeadas.
V-
El rey del bosque.
Una mujer… la que cantaba era otra mujer.
Con esa idea abandonó el lago
caminando sin rumbo cierto hacia la zona más profunda del bosque. Se sentó en
un claro iluminado por las estrellas y abrió su libro. Sin saber cuánto tiempo
pasó estuvo allí tumbada, a solas con su pluma. Cuando el sonido del galopar le
sobresaltó, y una voz profunda y grave la llamó desde cerca.
-Estás sobre
mi lecho.
-Perdona no
lo sabía.
El más orgulloso de los animales, el
ciervo con la cornamenta de plata estaba junto a ella, imponente y sus cuernos
prácticamente alcanzaban la altura de la cabeza de ella.
-Márchate
antes de que me sobresalte.
-Espera,
¿Puedo preguntarte algo?
-Tus
canciones hacen que pueda dormir por la noche, pero sigues siendo un ser
inferior. Tienes mi respeto por ello, pero nada más. Márchate.
-La
serpiente ya me dijo que no me fiase de ti.
-La
serpiente, envidia a todos los seres de este bosque por estar condenada a
arrastrarse mientras que nosotros corremos por donde queremos.
-Tal vez sea
cierto, pero vosotros envidiáis su inteligencia, por eso la repudiáis y no la
habéis aceptado, igual que a mí no me aceptáis.
-¿De verdad
te crees más inteligente que nosotros? Que equivocada estás. Los humanos sois
unos prepotentes, siempre considerándoos mejores que nosotros pero no es así.
-Si fueras
tan listo, me dirías quien era la mujer que cantaba.
-Tú deberías
saberlo mejor que nadie. Quizás debas volver a tu casa, necesito de tus notas
para dormir.
VI-
Las cosas que no se de mí.
Y las notas sonaron, y el sonido venía desde cerca. El ciervo
me miró y asintió con la cabeza. Recogí lo que estaba escribiendo y me apresuré
a llegar rápidamente a mi casa.
En la distancia desde el lago la
ninfa escuchaba en silencio mientras sus peces dormían, los pájaros se
acercaban a escuchar y el ciervo cerraba los ojos. La serpiente miraba a la
luna, como ausente.
Abrió la puerta de la casa y se
apresuró a subir las escaleras cuando desde fuera, muy cerca escucho la misma
voz, y volvió a salir. La siguió en la noche, hasta que se topo con aquella
muchacha que cantaba de espaldas. Se acercó y apoyo la mano en su hombro.
Era ella. Como mirarse en un espejo
se encontró observando sus propios ojos sus propios labios, que eran los que
cantaban.
-¿Cómo es
posible?
No podía entenderlo, desde la
ventana la música del piano seguía sonando pero ella ya no cantaba. La chica
idéntica a ella habló:
-Lo
entiendes ya. Llevas buscando un canto que no era más que tu propio canto. Te
buscabas a ti misma, en la noche, y ahora que te encuentras, quizás, no puedas
aceptarlo.
-¿quién toca
el piano ahora?
-Esa es la
única pregunta que tienes, después de encontrarte contigo misma, que curioso.
Quizás deberías comprobarlo tú misma.
Aquella mujer, se alejó en la noche
dejándola de nuevo sola por lo que inquieta subió en busca de las respuestas
que le faltaban.
VII-
El piano
Ahora sí subió las escaleras corriendo, y llegó al piano. La
música no se detenía, y de hecho era la misma melodía que ella tocó horas
antes.
Desde la puerta de aquella sala
iluminada por la chimenea puedo observar su piano. Allí, en la soledad de aquel
cuarto, no había nadie. Tan solo la música y ella. Cada nota, era una parte de
ella, incosciente y se sintió llena. Alguien volvía a cantar, ella cantaba y
sonaba feliz, tan feliz que todos los animales volvían a dormir.
En su cama ajeno a todo, su gato
seguía durmiendo y decidió acostarse de nuevo.
El sol salía por las colinas. Los
primeros rayos de sol acariciaron su rostro. Mas sus ojos no se le abrieron,
dormía plácidamente para siempre. De su mano colgaba el libro que el gato pardo
recogió, y de un grácil salto salió por la ventana, se subió a un árbol y lo
dejó caer sobre unas manos de ébano.
El gato desapareció y los pies de
aquella persona se orientaron hacia el horizonte, mientras colgada de su brazo
una serpiente la acompañaba.
Su canto hacía florecer hasta el último rincón.
Frío y cercano
Todo comenzó como acabó, en la soledad de una fría cama ajena, donde algún día, tan bien acompañado me sentí.
Ella era cariñosa, amable, llevaba consigo una sonrisa constante, que provocaba la mía propia. Mi único anhelo, hacerla feliz. Llegué a verla llorar, a veces, demasiadas pocas veces para todo lo que había vivido.
Por su parte, no me vio más que llorar. No nos conocimos en el mejor momento de mi vida, mas era lo mejor que tenía en aquel momento. Pelo castaño y largo, ojos de miel y tez tan blanca... Era tan bella. No solo eso, además sabía como hacerme sentir bien cuando nadie más podía.
Me preguntaba como podía estar conmigo mientras ella, también atravesó algún bajón. Me decía que no había tenido una vida fácil, a lo que yo siempre respondía lo mismo, lo superaremos.
La firmeza de su mano. Amaba andar bajo la lluvia agarrados por las calles de Bilbao, o por los montes donde crecí. Ella odiaba la lluvia, pero que importaba eso cuando yo era su paraguas.
La calidez de sus besos, la suavidad de sus labios. Pero si algo me gustaba de su boca, eran sus palabras, palabras de amor Siempre fue muy tímida para expresar sus sentimientos, por eso valoré y siempre recordaré cada gesto que hacía a mi corazón derretirse.
Aún la quiero, aún me quiere, creo. Con todo, todo acabó. Probablemente por mi culpa, no se que hice mal, quizás la valoré menos de lo que creo, debí escucharla cuando dijo que algo iba mal.
El caso es que hoy, duermo en su cama, pero ya no es mi cama como lo fue no hace tanto. Nos hemos distanciado tanto, que muy cerca nos encontramos, pero ambos estamos cansados así que, ambos nos limitamos a dormir.
Ella era cariñosa, amable, llevaba consigo una sonrisa constante, que provocaba la mía propia. Mi único anhelo, hacerla feliz. Llegué a verla llorar, a veces, demasiadas pocas veces para todo lo que había vivido.
Por su parte, no me vio más que llorar. No nos conocimos en el mejor momento de mi vida, mas era lo mejor que tenía en aquel momento. Pelo castaño y largo, ojos de miel y tez tan blanca... Era tan bella. No solo eso, además sabía como hacerme sentir bien cuando nadie más podía.
Me preguntaba como podía estar conmigo mientras ella, también atravesó algún bajón. Me decía que no había tenido una vida fácil, a lo que yo siempre respondía lo mismo, lo superaremos.
La firmeza de su mano. Amaba andar bajo la lluvia agarrados por las calles de Bilbao, o por los montes donde crecí. Ella odiaba la lluvia, pero que importaba eso cuando yo era su paraguas.
La calidez de sus besos, la suavidad de sus labios. Pero si algo me gustaba de su boca, eran sus palabras, palabras de amor Siempre fue muy tímida para expresar sus sentimientos, por eso valoré y siempre recordaré cada gesto que hacía a mi corazón derretirse.
Aún la quiero, aún me quiere, creo. Con todo, todo acabó. Probablemente por mi culpa, no se que hice mal, quizás la valoré menos de lo que creo, debí escucharla cuando dijo que algo iba mal.
El caso es que hoy, duermo en su cama, pero ya no es mi cama como lo fue no hace tanto. Nos hemos distanciado tanto, que muy cerca nos encontramos, pero ambos estamos cansados así que, ambos nos limitamos a dormir.
miércoles, 14 de octubre de 2015
Código
I
Es un lugar hermoso
sus árboles son de oro
y sus lagos de mármol.
Mis ojos la están vierndo
pero ni alma no puede,
yo no puedo tocarlo.
II
Quién fuese en su cordura un hombre,
que locura nos encierra en la muerte.
La muerte. Yo tan humano, y tú;
tú y tu sombra tan ausentes.
Pero percibo tu sombra como antaño,
fría la vuelvo a sentir pero hay algo,
algo nuevo que te ha transformado.
Me refugio en que vivo. Lo se porque
también se que a la vez muero.
Mi pulso late lento y firme
firme y lento llega a su entierro.
Por qué tengo que ser consciente
siendo tan sencillo ser animal
que además de vivo es diferente.
La muerte conoce y asesina.
También llega esta a los animales
pero entre hombrew y animal, diferencia,
ellos de la muerte nada saben.
III
Es un lugar hermoso
sus árboles son de oro
y sus lagos de mármol.
Mis ojos la están vierndo
pero ni alma no puede,
yo no puedo tocarlo.
II
Quién fuese en su cordura un hombre,
que locura nos encierra en la muerte.
La muerte. Yo tan humano, y tú;
tú y tu sombra tan ausentes.
Pero percibo tu sombra como antaño,
fría la vuelvo a sentir pero hay algo,
algo nuevo que te ha transformado.
Me refugio en que vivo. Lo se porque
también se que a la vez muero.
Mi pulso late lento y firme
firme y lento llega a su entierro.
Por qué tengo que ser consciente
siendo tan sencillo ser animal
que además de vivo es diferente.
La muerte conoce y asesina.
También llega esta a los animales
pero entre hombrew y animal, diferencia,
ellos de la muerte nada saben.
III
jueves, 15 de enero de 2015
¿Qué somos?
No somos nada ni nadie.
Tan solo arena que se escapa
entre los dedos de quien es alguien.
Somos el respirar de la ventisca
que fría enloquece, gira
y menosprecia tus caricias.
Productos de mentes, dementes,
que guardan pero no mantienen
lo inventado por nuestras gentes.
¿No somos nada ni nadie?
Quizás el agua sin rumbo
que del rumbo del río no sale
o el manto que a veces cubre
enrojece los valles y aparece,
entre los andares de la calle.
La soledad de una isla
que tan alejada reposa
y las miradas hipnotiza.
Somos un llanto, una mirada,
un alma que a veces canta.
Somos nadie en la nada.
Tan solo arena que se escapa
entre los dedos de quien es alguien.
Somos el respirar de la ventisca
que fría enloquece, gira
y menosprecia tus caricias.
Productos de mentes, dementes,
que guardan pero no mantienen
lo inventado por nuestras gentes.
¿No somos nada ni nadie?
Quizás el agua sin rumbo
que del rumbo del río no sale
o el manto que a veces cubre
enrojece los valles y aparece,
entre los andares de la calle.
La soledad de una isla
que tan alejada reposa
y las miradas hipnotiza.
Somos un llanto, una mirada,
un alma que a veces canta.
Somos nadie en la nada.
Media sonrisa
(De fondo parpadea una guitarra,
la sostiene la mano inexperta)
Hoy, no nos queda tiempo.
Quisimos aprender a volar los mares,
a nadar el cielo.
Cada estrella que entonces nos miraba
hoy nos llora y nos quita la vida.
Más allá del infinito apuntabas
yo acepté tu compañía
cansado de mi propia soledad.
Jamás estuvimos en armonía.
No fuimos capaces de aprender,
de sonreír como lo hacen otros.
Una vez una herida me dio a ver,
que la vida a veces pasa lenta,
lo triste que es la sonrisa del pobre
¡Pero que sincera!
la sostiene la mano inexperta)
Hoy, no nos queda tiempo.
Quisimos aprender a volar los mares,
a nadar el cielo.
Cada estrella que entonces nos miraba
hoy nos llora y nos quita la vida.
Más allá del infinito apuntabas
yo acepté tu compañía
cansado de mi propia soledad.
Jamás estuvimos en armonía.
No fuimos capaces de aprender,
de sonreír como lo hacen otros.
Una vez una herida me dio a ver,
que la vida a veces pasa lenta,
lo triste que es la sonrisa del pobre
¡Pero que sincera!
Vestido de volantes
Que corto es tu vestido de volantes,
tan corto que puedo ver tus piernas cortas.
Que elegancia y que sutileza
ese porte de mujer que reconforta.
¡Nunca pierdas ese porte, ese andar!
Creciendo aprendes muchas cosas,
pero esa postura... no la pierdas,
me gusta como pequeña, posas.
Que blanco es tu vestido de volantes,
casi tanto como tu hermosa piel.
Niña de mis ojos no me crezcas,
si me quieres niña, a la edad no te des.
No quiero ver el odio del mundo
reflejarse en tu linda tez.
Niña buena, blanca niña,
no te pierdas con la madurez.
Que bello es tu vestido de volantes,
tan bello como tus rizos dorados.
con que soltura caen por tu espalda
y se enredan entre los dedos de tus manos.
No te me cortes el pelo, niña
no pierdas tus poderes humanos
y con ella la cabeza que los adultos
perdieron volviéndose desdichados.
Ese lazito en tu vestido de volantes.
¡Qué barbaridad! Bonito sobre tus ojos,
tan azules son ambos que me pierdo
en tu inocencia de flor de loto,
no la pierdas, te lo pido por favor.
Si pudiese yo satisfacer tus antojos
y protegerte de el mundo adulto...
¡Pero es que del mundo adulto sobro!
tan corto que puedo ver tus piernas cortas.
Que elegancia y que sutileza
ese porte de mujer que reconforta.
¡Nunca pierdas ese porte, ese andar!
Creciendo aprendes muchas cosas,
pero esa postura... no la pierdas,
me gusta como pequeña, posas.
Que blanco es tu vestido de volantes,
casi tanto como tu hermosa piel.
Niña de mis ojos no me crezcas,
si me quieres niña, a la edad no te des.
No quiero ver el odio del mundo
reflejarse en tu linda tez.
Niña buena, blanca niña,
no te pierdas con la madurez.
Que bello es tu vestido de volantes,
tan bello como tus rizos dorados.
con que soltura caen por tu espalda
y se enredan entre los dedos de tus manos.
No te me cortes el pelo, niña
no pierdas tus poderes humanos
y con ella la cabeza que los adultos
perdieron volviéndose desdichados.
Ese lazito en tu vestido de volantes.
¡Qué barbaridad! Bonito sobre tus ojos,
tan azules son ambos que me pierdo
en tu inocencia de flor de loto,
no la pierdas, te lo pido por favor.
Si pudiese yo satisfacer tus antojos
y protegerte de el mundo adulto...
¡Pero es que del mundo adulto sobro!
lunes, 12 de enero de 2015
El golpe del mar.
Una lanza se clava en el agua
otra atraviesa mi humilde corazón.
Una flota,
la otra, no.
Donde es más caliente se para,
allí donde puede causar más dolor.
Amenaza con la muerte, pero no alcanza
a cortar el canto del ruiseñor.
Y ese canto en el mar se clava,
más poderoso que un cañón.
Pero en el mar flota,
en mí, no.
Se escucha en el monte una bala
se clava en el pecho del leñador,
mientras cae el árbol que tiene el hacha
atravesando su madera y mi tendón.
De esa madera el barco "Esperanza"
de la nada, y sin rumbo, nació.
Una lanza lanzó su estocada.
La madera flota,
mi barco, no.
otra atraviesa mi humilde corazón.
Una flota,
la otra, no.
Donde es más caliente se para,
allí donde puede causar más dolor.
Amenaza con la muerte, pero no alcanza
a cortar el canto del ruiseñor.
Y ese canto en el mar se clava,
más poderoso que un cañón.
Pero en el mar flota,
en mí, no.
Se escucha en el monte una bala
se clava en el pecho del leñador,
mientras cae el árbol que tiene el hacha
atravesando su madera y mi tendón.
De esa madera el barco "Esperanza"
de la nada, y sin rumbo, nació.
Una lanza lanzó su estocada.
La madera flota,
mi barco, no.
A alguien que se ha ido
Duele el
llorar por el aire,
Que nos
abandona y no vuelve.
Duele ver
los pétalos caídos
Marchitados
sobre restos fúnebres.
El agua sucia
no aclara,
De los
amigos, nuestras mentes.
Es negro el
denso túnel,
Amargo el
sabor de la muerte.
Sobre todo
si le querías,
Y saber no
volverás a verle.
Dulce es
ahora su camino
Mas no para
los que aún se mueven.
Y los tallos
que se entrelazaban
Separados
pierden el verde.
Los ojos que
antes se lucían
Ahora
parpadean inertes.
Ahora
descansas, no sufres,
Ya sufrimos
nosotros por ti,
Tu ya has
vivido demasiado
Nos toca a
nosotros vivir.
Viviremos
con tu recuerdo,
Y el
recuerdo de tu sonreír.
Juntos lo superaremos,
Y así el
mundo ser feliz.
Ya sufriste
lo que nadie debió,
Duerme,
haber si yo puedo dormir.
Duele por
los que te quieren,
Y yo quiero
a su vez,
No ver sus
ojos eclipsados
Mirarlos y
ver.
Tratar de
hacerlos sonreír
Aún así no
poder.
Pero en su mirada
profunda
Veo un
espejo de mí ser.
Un solo día
Las nubes
sostienen el azul cielo
donde tú y
yo nos encontrábamos
entre las
hadas y rayos volando
callándonos
entre suspiros, besos
de estas
nuestras mañanas.
Entre rocas
sostuvimos el velo
de un amor
perdido de la mano
y mas juntos
seguimos escalando,
alejando
nuestros pies del miedo
en las duras
montañas.
Lloramos
entre los mustios anhelos
las hojas
caídas, los árboles altos,
que el
viento tiraba con su canto
y aun
siempre superamos los celos
que nos
apagaban.
Atardeció, y
tocamos el suelo
en la
pradera sus flores tumbados
escuchando
de los otros el llanto
y, a veces,
riéndonos por momentos
de las suyas
miradas.
Llegamos al
abismo de recuerdos
la noche ya
nos cubrió con su manto
dormimos
para no levantarnos
en memoria
todos los sentimientos
que nos
enamoraban.
Sombras fúnebres
Manchas
en las oscuras calles
de
viandantes desdeñados
tras las sombras, los lugares
de páramos marchitados.
Y
del monte una cascada
resbala
en la fría roca
y
en sus aguas cristalinas
mis
penas desembocan.
En
mis parpados teñidos
de
carbón y rosas,
se
desechan los recuerdos
que
escondía en mi alcoba.
De
aquellos oscuros días
en
la noche de mis recuerdos,
eran
todos recordados
y
desechados los más cuerdos.
Sombras
fúnebres marchan,
por
la espesa ciudad,
son
mis pasos más tardíos,
que
en sí, la eternidad.
Y tras la sombra marchaban
cercanos
los pasos de mensajeros
de
oscuras noticias breves
y
de pájaros traicioneros.
Lloran
los más locos
ríen
los menos cuerdos
formando
una orquesta
de
cantores sin sentimientos.
En la oscura mañana
dice
el roble envejecido
no
hay sol tras mi ventana
para
mí no hay sentido.
Y
ese tornado que atormenta
los
corazones de los más nobles
ahora
atiza con la misma fuerza
a
los que serán sus sucesores.
Sombras
fúnebres marchan,
por
la espesa ciudad,
son
mis pasos más tardíos,
que
en sí, la eternidad.
Es
el paso más lento
Es
el más rápido a su vez,
pronto
llega y lento marcha
el
sonido de la vejez.
Llora
pues, ¡no hay temor!
Mas
tampoco escapatoria.
Lo
más triste es saber que no,
no
quedaran mis pasos en memoria.
Si
no puedo escapar
¡Para
que correr!
dejemos
que llegue silenciosa
y
decida por su parecer.
Y
luchan por llegar a la cima
aquellos
que no podrán llegar,
son
sus pasos más tardíos
que
en sí la eternidad.
Es
una lucha contracorriente,
que
desde el inicio está perdida
aún
así luchamos
de
forma desmedida.
Ciegos
somos por vivir,
Son
palabras del aire
Las
que cuentan los minutos
Las
que soplan las verdades.
Rayo
de luz, ilumina mis ojos
Tan
falso como la luz en sí,
Ya
que quieren dejarnos ver
Y
darnos motivos para vivir.
No
existe tal motivo,
Existe
el sobrevivir,
Existe
el ir andando
Por
un rumbo sin descubrir.
Tal
vez eso sea lo bello
El
andar por andar
Con
pasos firmes y seguros
Que
no podrás dar.
Cada paso es un golpe,
cada
golpe, un paso atrás.
son
los momentos, últimos.
Y
el morir es un andar.
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