jueves, 29 de octubre de 2015

Gloria Fuertes

Desde ISSUU os he querido acercar, esta gran obra de Gloria Fuertes. Entre los poetas míos es una obra cargada de crítica social y necesaria de conocer.

Alas

Las alas vuelan solas,
solas con su soledad
vuelan separadas las
plumas y la dignidad.

Vuelan bajo procesando
una melodía inacabada.

Se buscan entre ellas,
buscan, una espalda
que sostenga el aire
de su solitaria alma.

Si encuentran digno
portador del viento
tal vez acabe su lamento.

Mientras tanto, alas
hijas del rayo de sol
blancas, no desterréis
de vuestra libertad
la esperanza de encontrar
un mundo mejor.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Llanto

Mientras tu pierdes tu vida llorando,
otros la pierden viéndote llorar.
Como soportar el llanto cuando
no lo hay manera de parar.

Que sonido tan profundo y amargo
suena una, otra y otra vez
mientras en la fría losa de mármol,
veo el paso de la juventud,  a la vejez.

Cuando acabará este letargo largo,
de llorar, llorar y nunca sonréir,
pues mientras por fuera valgo algo
aun por dentro me vengo a morir.

Pájaro de tiempo

Lugar

El vacío es una telaraña
debajo hay un precipicio
y en el gris del cielo
su inmensidad no abarca
a alejar las noticias
de las redes presuntuosas
en la llanura más amarga.

Personaje

Un pájaro que vuela bajo
bordea el precipicio
se acerca peligroso
al solsticio y al ocaso.
De cerca una araña
de mil patas, observa
invisible para el pájaro.

Accidente

El pájaro( llamémosle
gilguero) levanta el polvo
con sus alas bate el tiempo
portador del sol y oro.
Se sumerge en su red
y el polvo cae al precipicio
sus alas están inmóviles,
el tiempo se ha detenido.
La araña que ahora
teje con sus patas los hilos,
abarca con su veneno
a cubrir nuestro destino.

miércoles, 21 de octubre de 2015

La misericordia es solo un verso

I
Cuando el puñal
ha desgarrado el alma rota
y la hoja recoje
como tinta la sangre roja.

El arma que hiere
no es de hierro forjado
pero no hace daño la hoja
hacen daño las manos.

Sentimientos en la herida
cuando la misericordia
es solo un verso
entran en discordia,

el dejar morir al hombre,
el morir yo en su lugar,
el ser aire distante o
ser aire y cortar.

II
La luna en lo alto
dueña de las miradas
y que tan pocos han tocado

es a ella a quien vendo mi amor,
 si algún día pudiese tocarla
con algo más que mi voz.

mientras tanto aquí, en la tierra
solo me queda escapar
sin poder esconder mis letras

ni mi cabeza de las miradas,
que se pierden en la luna
y se encuentran en la nada.

III

El ser humano es un arco tensado
listo para disparar.
Difícil es enterrar el arco
en un profundo manantial.

martes, 20 de octubre de 2015

Oda a la primavera



En la fría noche de nieve te espero,
dejando en el camino huellas de pasos
en los tristes páramos y barrancos
donde lucha por derretirse el hielo.

Cálida primavera en mis recuerdos
espero, tu luz y color sentado
a la vera de un monte atrapado,
 en continuo vaivén del norte viento.

Cuando llegues recuerda
llenar mis campos de azucenas
y de lirios mis estepas,

que la belleza en tus venas,
se transmite por docenas
y llena por completo mis reservas.

jueves, 15 de octubre de 2015

Visión poética

Tu que te apareces entre la espuma,
y la sal, que son lágrimas del mar, 
de la noche la bruma
de la tarde del escritor la pluma
 para ir a navegar.

Eres de mi cuerpo pasión errante
y del artista tu eres el pincel;
inspiración de Dante
también motivación de mi corcel.

Poesía, a veces rayo de mi luna
otras sombra que ciega mi bondad.
Desde el niño en la cuna
hasta el anciano ya sin luz ninguna,
sigues siendo deidad.

Te encuentras del mundo en muchos lugares
a todo el universo vete, ve;
canto de los juglares
llegas a mí, a ti me aferraré.

La hoja seca

Ayer iba caminando solo por el monte, y vi la primera hoja seca caer sobre el otoño.  Cayó lentamente sobre un lecho de hierba verde y pensé, ya llegó, llegó una nueva estación y con ella dejamos otra atrás.
Puede ser que para muchos no signifique nada, la simple caída de una hoja, pero para mí lo fue todo. Me di cuenta de todo el tiempo perdido, como jamás volvería, porque al igual que esa hoja caduca ya no volvería al árbol, yo tampoco lo haría. Vale, sí, es cierto que el árbol volverá a teñirse de verde de nuevo, pero nunca con la misma hoja.
Y así dibujé mi vida. Un cúmulo de desgracias, donde el tiempo era el principal culpable de las mismas. De repente, con un cuerpo joven sentí un alma vieja medio dormida en mi interior, y pocas ganas de vivir. Te eche de menos, a ti, a ellos, pero sobre todo me eche de menos a mí mismo, a mis sueños. El tiempo no perdona un error, porque las heridas nunca se cierran del todo, siempre quedará una cicatriz que nos acompañe y recuerde donde nos equivocamos al pisar, donde tropezamos.
Cuanto tiempo pasó, en lo que me sentaba junto a la hoja caída del bosque y me desangraba por dentro, mientras que por fuera sonreía, no lo sé. Mejor no saberlo ya que en el fondo, de nuevo volvía a ser tiempo perdido. Y me dejé morir, sin futuro, con un presente ausente y un pasado oscuro. No quise ver más, no quise sentir más. Preferí caer, caer otra vez pero esta vez para no levantarme pues, ¿Para qué?

Solo para volver a caer, y en tanto cayó la última hoja del árbol. Y un susurro de una voz que me llamaba, un tic tac que el sonido acompasaba, un viento gris y, finalmente,  una mano fría.

El fondo del bosque

I-La casa en el bosque
El frío piano sonaba en la noche, y agitaba el aire. Los árboles entusiasmados bailaban al compás de unas notas suaves. Cerca, alguien cantaba, muy cerca. Pero no había nadie, tan solo el pianista refugiado en la soledad de su casa de piedra.
            Cerca de la chimenea, los tintineantes pasos de un gato acompañaban la música. La sala únicamente iluminada por la chimenea, aparecía con un aspecto trágico. La melodía removía el bosque que rodeaba el lugar, y hasta los animales se acercaban a escuchar. Unas manos suaves, delicadas de ébano rozaban cada tecla con gracia, como si no hubiese otra cosa en el mundo.
            Silencio. Esos ojos marrones se abren y se alejan del piano, despacio. Las horas pasan a ser minutos, y los minutos segundos cuando esa mujer, se mueve y se acerca hasta la puerta de su habitación donde tras la luz que entra por la ventana se duerme poco a poco en su cama. Las sábanas de lino blanco acarician su fino cuerpo mientras que su mente viaja a un mundo, quizás no mejor pero no por ello peor.
            El pardo gato se sube a la cama cuando ella, ya duerme y la observa. La acaricia su cara, para después acurrucarse a su cuerpo y dormir junto a ella mientras que un brazo inconsciente lo abraza.
            Entonces despierta. Aún es de noche pero han pasado varias horas. Deja a su gata durmiendo en su cama se viste con algo sencillo, unas botas un pantalón vaquero y una camisa azul. Antes de salir, coge su pluma y su libro en blanco, y abandona su casa con paso firme.
            El ambiente es frío, y la luz prácticamente nula, pero aún así no tiene miedo, se siente segura y aunque camina sin rumbo, cualquiera diría que sabe dónde va. No tropieza, ni ve más que los ojos de criaturas extrañas que la observan mudas.
            Apoya su mano en el costado de un rugoso árbol, un sauce. Se sienta bajo su sombra y comienza a escribir, pero no ve lo que escribe, ya que está demasiado oscuro y la luz de la luna no penetra por las espesas ramas.
            Algo le toca el hombro, pero no se inquieta. No pesa mucho, pero aún así siente como sus patas se apoyan sin hacerle daño.
-¿Qué haces tan sola aquí?
El pequeño gorrión la habló. Sus colores rojos no parecían muy naturales, y se distinguían perfectamente en la noche, cada matiz de este pequeño ser que la miraba fijamente.
-¿No me contestas?
II- El batir de unas alas
-No puedo contestarte.
-¿Por qué?
-Porque no lo sé.
El pájaro se poso en una rama cercana, donde aún era visible. Una sonrisa parecía dibujársele en el rostro, mas no era posible.
-Yo te diré porque estás aquí. Estas buscándote a ti misma, en este inmenso bosque. Te he oído tocar, yo y todo el bosque, y todos hemos llorado con cada nota.
- Desde mi casa, pude oír levemente que alguien cantaba una melodía, erais vosotros.
-Ninguno de los animales de este bosque cantó. Nadie reconoció esa voz.
La joven mujer acarició su castaño cabello y observó como el pájaro se alejaba volando mientras que ella, se sentía inquieta por primera vez. El sonido del batir de las alas del gorrión aún duro largo rato hasta que se apagó silenciosamente.
III-La manzana más inteligente del bosque
            El bosque estaba revuelto. El viento agitaba las hojas secas caídas mientras que bajo sus pies crujían suavemente. Cerca, un manzano sostenía las que parecían ser las frutas más maravillosas de la tierra.
            De repente recordó el hambre que tenía así que sus pasos la acercaron hasta aquellas dulces manzanas. Una vez allí una cayó sobre su libro abierto y mientras escribía con la mano izquierda, su mano derecha le dedicó unos momentos a rozar la piel de la manzana para luego llevársela a los labios.
-Deliciosa ¿verdad?
-Así es.
            Del árbol se suspendía una serpiente, hermosa como pocas, con un color verde intenso y matices negros en el costado de su largo lomo.
-Ciertamente es la mejor fruta que vas a probar.
-¿Qué es lo que quieres?
-Solo decirte que el pájaro te mintió, que no te fíes de todos los animales de este lugar.
-Por qué entonces fiarme de ti.
-No tengo motivos para mentirte. De mi árbol muerdes la fruta más bella que yo jamás podré probar. Te he dado lo mejor de mí, y ahora te transmito lo que se algo que ese pájaro no hizo.
-Escucharé lo que tengas que decirme.
La serpiente descendió del árbol, y se arrastró por el suelo hasta sus pies. Allí se irguió alcanzando casi la altura de la joven.
-Eres lista, pero inocente. Aun conociendo la mala fama que tengo, comes de mi fruta y escuchas mis palabras. Debes tener más cuidado, porque a veces lo que parece bueno quema, y lo malo cura heridas. Bien esto es lo que sé. No te fíes de los seres que vuelan, son mentirosos. Aquellos que nos arrastramos por la tierra no mentimos, pero no decimos toda la verdad. Los animales acuáticos son los menos inteligentes aunque esconden los mayores secretos bajo sus aguas y los que andan sobre cuatro patas, nobles pero orgullosos, tampoco te fíes de ellos.
            Tras esto siseando la serpiente desapareció en las sombras dibujando unas últimas palabras en el aire.
-Recuerda que yo no te lo he dicho todo, aunque todo se, pero hay cosas que es mejor no saber. A pesar de todo quieres saber más acude al lago hacia el oeste orientado.
IV- Lo que esconden las aguas
La luz comenzaba a filtrarse entre los árboles cada vez menos espesos según se acercaba al lago. La pluma en su mano izquierda y el libro abierto en la otra mientras caminaba.
La serpiente no le había hablado de quien era la voz que sonaba todavía en su mente y el pájaro no había oído. Aunque supuestamente, el pájaro la había mentido y sabía quién era el que cantaba.
Llegó al lago donde la luna estaba reflejada. Se acercó para beber cuando le pareció que el reflejo de algo desde el fondo brillaba intensamente. Tropezó y cayó al agua donde se sumergió inconscientemente hasta el fondo. Y allí aquello que brillaba no era más que una perla, la perla más bella que jamás vio.
Decidió recogerla y subió a la superficie.
-¿por qué te llevas mi único tesoro?
            Una ninfa, el ser más bello de cuantos se ocultan bajo las cristalinas aguas emergió hasta la superficie. Sus ojos azules se clavaron desde la distancia en ella.
-Lo siento, no sabía que fuera tuyo. Me caí y lo encontré en el fondo no era mi intención robarlo.
-Está bien, devuélvelo y te perdonaré esa osadía.
-Antes contéstame a unas preguntas, ¿Sabes quién cantaba la melodía de mi piano?
-Está bien, pero acepto solo porque tu música alimenta mi alma y la de mis peces, que en el fondo descansan inconscientes. Desde mi lago no pude ver, tan solo oír. Por tanto no vi el rostro de aquella mujer.
-¡Así que era una mujer!
-Me sorprende que no supieras eso, pero sí así es. Ahora toma, no olvides tu pluma y tú libro que se te habían caído, y devuélveme mi perla.
Y así lo hizo. Al contacto con sus húmedos dedos la sílfide se evaporó dejándola sola con sus pertenencias, que volvían a estar secas y para nada estropeadas.
V- El rey del bosque.
            Una mujer… la que cantaba era otra mujer.
            Con esa idea abandonó el lago caminando sin rumbo cierto hacia la zona más profunda del bosque. Se sentó en un claro iluminado por las estrellas y abrió su libro. Sin saber cuánto tiempo pasó estuvo allí tumbada, a solas con su pluma. Cuando el sonido del galopar le sobresaltó, y una voz profunda y grave la llamó desde cerca.
-Estás sobre mi lecho.
-Perdona no lo sabía.
            El más orgulloso de los animales, el ciervo con la cornamenta de plata estaba junto a ella, imponente y sus cuernos prácticamente alcanzaban la altura de la cabeza de ella.
-Márchate antes de que me sobresalte.
-Espera, ¿Puedo preguntarte algo?
-Tus canciones hacen que pueda dormir por la noche, pero sigues siendo un ser inferior. Tienes mi respeto por ello, pero nada más. Márchate.
-La serpiente ya me dijo que no me fiase de ti.
-La serpiente, envidia a todos los seres de este bosque por estar condenada a arrastrarse mientras que nosotros corremos por donde queremos.
-Tal vez sea cierto, pero vosotros envidiáis su inteligencia, por eso la repudiáis y no la habéis aceptado, igual que a mí no me aceptáis.
-¿De verdad te crees más inteligente que nosotros? Que equivocada estás. Los humanos sois unos prepotentes, siempre considerándoos mejores que nosotros pero no es así.
-Si fueras tan listo, me dirías quien era la mujer que cantaba.
-Tú deberías saberlo mejor que nadie. Quizás debas volver a tu casa, necesito de tus notas para dormir.
VI- Las cosas que no se de mí.
            Y las notas sonaron, y el sonido venía desde cerca. El ciervo me miró y asintió con la cabeza. Recogí lo que estaba escribiendo y me apresuré a llegar rápidamente a mi casa.
            En la distancia desde el lago la ninfa escuchaba en silencio mientras sus peces dormían, los pájaros se acercaban a escuchar y el ciervo cerraba los ojos. La serpiente miraba a la luna, como ausente.
            Abrió la puerta de la casa y se apresuró a subir las escaleras cuando desde fuera, muy cerca escucho la misma voz, y volvió a salir. La siguió en la noche, hasta que se topo con aquella muchacha que cantaba de espaldas. Se acercó y apoyo la mano en su hombro.
            Era ella. Como mirarse en un espejo se encontró observando sus propios ojos sus propios labios, que eran los que cantaban.
-¿Cómo es posible?
            No podía entenderlo, desde la ventana la música del piano seguía sonando pero ella ya no cantaba. La chica idéntica a ella habló:
-Lo entiendes ya. Llevas buscando un canto que no era más que tu propio canto. Te buscabas a ti misma, en la noche, y ahora que te encuentras, quizás, no puedas aceptarlo.
-¿quién toca el piano ahora?
-Esa es la única pregunta que tienes, después de encontrarte contigo misma, que curioso. Quizás deberías comprobarlo tú misma.
            Aquella mujer, se alejó en la noche dejándola de nuevo sola por lo que inquieta subió en busca de las respuestas que le faltaban.
VII- El piano
            Ahora sí subió las escaleras corriendo, y llegó al piano. La música no se detenía, y de hecho era la misma melodía que ella tocó horas antes.
            Desde la puerta de aquella sala iluminada por la chimenea puedo observar su piano. Allí, en la soledad de aquel cuarto, no había nadie. Tan solo la música y ella. Cada nota, era una parte de ella, incosciente y se sintió llena. Alguien volvía a cantar, ella cantaba y sonaba feliz, tan feliz que todos los animales volvían a dormir.
            En su cama ajeno a todo, su gato seguía durmiendo y decidió acostarse de nuevo.
            El sol salía por las colinas. Los primeros rayos de sol acariciaron su rostro. Mas sus ojos no se le abrieron, dormía plácidamente para siempre. De su mano colgaba el libro que el gato pardo recogió, y de un grácil salto salió por la ventana, se subió a un árbol y lo dejó caer sobre unas manos de ébano.
            El gato desapareció y los pies de aquella persona se orientaron hacia el horizonte, mientras colgada de su brazo una serpiente la acompañaba.

            Su canto hacía florecer hasta el último rincón.

Frío y cercano

Todo comenzó como acabó, en la soledad de una fría cama ajena, donde algún día, tan bien acompañado me sentí.

Ella era cariñosa, amable, llevaba consigo una sonrisa constante, que provocaba la mía propia. Mi único anhelo, hacerla feliz. Llegué a verla llorar, a veces, demasiadas pocas veces para todo lo que había vivido.
Por su parte, no me vio más que llorar. No nos conocimos en el mejor momento de mi vida, mas era lo mejor que tenía en aquel momento. Pelo castaño y largo, ojos de miel y tez tan blanca... Era tan bella. No solo eso, además sabía como hacerme sentir bien cuando nadie más podía.

Me preguntaba como podía estar conmigo mientras ella, también atravesó algún bajón. Me decía que no había tenido una vida fácil, a lo que yo siempre respondía lo mismo, lo superaremos.

La firmeza de su mano. Amaba andar bajo la lluvia agarrados por las calles de Bilbao, o por los montes donde crecí. Ella odiaba la lluvia, pero que importaba eso cuando yo era su paraguas.
La calidez de sus besos, la suavidad de sus labios. Pero si algo me gustaba de su boca, eran sus palabras, palabras de amor Siempre fue muy tímida para expresar sus sentimientos, por eso valoré y siempre recordaré cada gesto que hacía a mi corazón derretirse.

Aún la quiero, aún me quiere, creo. Con todo, todo acabó. Probablemente por mi culpa, no se que hice mal, quizás la valoré menos de lo que creo, debí escucharla cuando dijo que algo iba mal.

El caso es que hoy, duermo en su cama, pero ya no es mi cama como lo fue no hace tanto. Nos hemos distanciado tanto, que muy cerca nos encontramos, pero ambos estamos cansados así que, ambos nos limitamos a dormir.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Código

I

Es un lugar hermoso
sus árboles son de oro
y sus lagos de mármol.
Mis ojos la están vierndo
pero ni alma no puede,
yo no puedo tocarlo.

II

Quién fuese en su cordura un hombre,
que locura nos encierra en la muerte.
La muerte. Yo tan humano, y tú;
tú y tu sombra tan ausentes.

Pero percibo tu sombra como antaño,
fría la vuelvo a sentir pero hay algo,
algo nuevo que te ha transformado.

Me refugio en que vivo. Lo se porque
también se que a la vez muero.
Mi pulso late lento y firme
firme y lento llega a su entierro.

Por qué tengo que ser consciente
siendo tan sencillo ser animal
que además de vivo es diferente.

La muerte conoce y asesina.
También llega esta a los animales
pero entre hombrew y animal, diferencia,
ellos de la muerte nada saben.

III


jueves, 15 de enero de 2015

¿Qué somos?

No somos nada ni nadie.
Tan solo arena que se escapa
entre los dedos de quien es alguien.
Somos el respirar de la ventisca
que fría enloquece, gira
y menosprecia tus caricias.
Productos de mentes, dementes,
que guardan pero no mantienen
lo inventado por nuestras gentes.
¿No somos nada ni nadie?
Quizás el agua sin rumbo
que del rumbo del río no sale
o el manto que a veces cubre
enrojece los valles y aparece,
entre los andares de la calle.
La soledad de una isla
que tan alejada reposa
y las miradas hipnotiza.
Somos un llanto, una mirada,
un alma que a veces canta.
Somos nadie en la nada.

Media sonrisa

(De fondo parpadea una guitarra,
la sostiene la mano inexperta)

Hoy, no nos queda tiempo.
Quisimos aprender a volar los mares,
a nadar el cielo.

Cada estrella que entonces nos miraba
hoy nos llora y nos quita la vida.
Más allá del infinito apuntabas

yo acepté tu compañía
cansado de mi propia soledad.
Jamás estuvimos en armonía.

No fuimos capaces de aprender,
de sonreír como lo hacen otros.
Una vez una herida me dio a ver,

que la vida a veces pasa lenta,
lo triste que es la sonrisa del pobre
¡Pero que sincera!

Vestido de volantes

Que corto es tu vestido de volantes,
tan corto que puedo ver tus piernas cortas.

Que elegancia y que sutileza
ese porte de mujer que reconforta.
¡Nunca pierdas ese porte, ese andar!
Creciendo aprendes muchas cosas,
pero esa postura... no la pierdas,
me gusta como pequeña, posas.

Que blanco es tu vestido de volantes,
casi tanto como tu hermosa piel.

Niña de mis ojos no me crezcas,
si me quieres niña, a la edad no te des.
No quiero ver el odio del mundo
reflejarse en tu linda tez.
Niña buena, blanca niña,
no te pierdas con la madurez.

Que bello es tu vestido de volantes,
tan bello como tus rizos dorados.

con que soltura caen por tu espalda
y se enredan entre los dedos de tus manos.
No te me cortes el pelo, niña
no pierdas tus poderes humanos
y con ella la cabeza que los adultos
perdieron volviéndose desdichados.

Ese lazito en tu vestido de volantes.
¡Qué barbaridad! Bonito sobre tus ojos,

tan azules son ambos que me pierdo
en tu inocencia de flor de loto,
no la pierdas, te lo pido por favor.
Si pudiese yo satisfacer tus antojos
y protegerte de el mundo adulto...
¡Pero es que del mundo adulto sobro!

lunes, 12 de enero de 2015

El golpe del mar.

Una lanza se clava en el agua
otra atraviesa mi humilde corazón.

Una flota,
la otra, no.

Donde es más caliente se para,
allí donde puede causar más dolor.
Amenaza con la muerte, pero no alcanza
a cortar el canto del ruiseñor.
Y ese canto en el mar se clava,
más poderoso que un cañón.

Pero en el mar flota,
en mí, no.

Se escucha en el monte una bala
se clava en el pecho del leñador,
mientras cae el árbol que tiene el hacha
atravesando su madera y mi tendón.
De esa madera el barco "Esperanza"
de la nada, y sin rumbo, nació.
Una lanza lanzó su estocada.

La madera flota,
mi barco, no.

A alguien que se ha ido


Duele el llorar por el aire,
Que nos abandona y no vuelve.
Duele ver los pétalos caídos
Marchitados sobre restos fúnebres.
El agua sucia no aclara,
De los amigos, nuestras mentes.
Es negro el denso túnel,
Amargo el sabor de la muerte.
Sobre todo si le querías,
Y saber no volverás a verle.
Dulce es ahora su camino
Mas no para los que aún se mueven.
Y los tallos que se entrelazaban
Separados pierden el verde.
Los ojos que antes se lucían
Ahora parpadean inertes.
Ahora descansas, no sufres,
Ya sufrimos nosotros por ti,
Tu ya has vivido demasiado
Nos toca a nosotros vivir.
Viviremos con tu recuerdo,
Y el recuerdo de tu sonreír.

Juntos lo superaremos,
Y así el mundo ser feliz.
Ya sufriste lo que nadie debió,
Duerme, haber si yo puedo dormir.
Duele por los que te quieren,
Y yo quiero a su vez,
No ver sus ojos eclipsados
Mirarlos y ver.
Tratar de hacerlos sonreír
Aún así no poder.
Pero en su mirada profunda

Veo un espejo de mí ser.

Un solo día

Las nubes sostienen el azul cielo
donde tú y yo nos encontrábamos
entre las hadas y rayos volando
callándonos entre suspiros, besos
de estas nuestras mañanas.

Entre rocas sostuvimos el velo
de un amor perdido de la mano
y mas juntos seguimos escalando,
alejando nuestros pies del miedo
en las duras montañas.

Lloramos entre los mustios anhelos
las hojas caídas, los árboles altos,
que el viento tiraba con su canto
y aun siempre superamos los celos
que nos apagaban.

Atardeció, y tocamos el suelo
en la pradera sus flores tumbados
escuchando de los otros el llanto
y, a veces, riéndonos por momentos
de las suyas miradas.

Llegamos al abismo de recuerdos
la noche ya nos cubrió con su manto
dormimos para no levantarnos
en memoria todos los sentimientos

que nos enamoraban.

Sombras fúnebres




Manchas en las oscuras calles
de viandantes desdeñados
 tras las sombras, los lugares
de  páramos marchitados.

Y del monte una cascada
resbala en la fría roca
y en sus aguas cristalinas
mis penas desembocan.

En mis parpados teñidos
de carbón y rosas,
se desechan los recuerdos
que escondía en mi alcoba.

De aquellos oscuros días
en la noche de mis recuerdos,
eran todos recordados
y desechados los más cuerdos.

Sombras fúnebres marchan,
por la espesa ciudad,
son mis pasos más tardíos,
que en sí, la eternidad.

Y tras la sombra marchaban
cercanos los pasos de mensajeros
de oscuras noticias breves
y de pájaros traicioneros.

Lloran los más locos
ríen los menos cuerdos
formando una orquesta
de cantores sin sentimientos.

 En la oscura mañana
dice el roble envejecido
no hay sol tras mi ventana
para mí no hay sentido.

Y ese tornado que atormenta
los corazones de los más nobles
ahora atiza con la misma fuerza
a los que serán sus sucesores.

Sombras fúnebres marchan,
por la espesa ciudad,
son mis pasos más tardíos,
que en sí, la eternidad.

Es el paso más lento
Es el más rápido a su vez,
pronto llega y lento marcha
el sonido de la vejez.

Llora pues, ¡no hay temor!
Mas tampoco escapatoria.
Lo más triste es saber que no,
no quedaran mis pasos en memoria.

Si no puedo escapar
¡Para que correr!
dejemos que llegue silenciosa
y decida por su parecer.

Y luchan por llegar a la cima
aquellos que no podrán llegar,
son sus pasos más tardíos
que en sí la eternidad.


Es una lucha contracorriente,
que desde el inicio está perdida
aún así luchamos
de forma desmedida.

Ciegos somos por vivir,
Son palabras del aire
Las que cuentan los minutos
Las que soplan las verdades.

Rayo de luz, ilumina mis ojos
Tan falso como la luz en sí,
Ya que quieren dejarnos ver
Y darnos motivos para vivir.

No existe tal motivo,
Existe el sobrevivir,
Existe el ir andando
Por un rumbo sin descubrir.

Tal vez eso sea lo bello
El andar por andar
Con pasos firmes y seguros
Que no podrás dar.

Cada paso es un golpe,
cada golpe, un paso atrás.
son los momentos, últimos.

Y el morir es un andar.